viernes, 9 de mayo de 2008

Y, se fue.



Esto es un asalto al sentimiento escrito hace ya algunos años, no quiero recordar cuántos, aunque sí que lo recuerdo, y también recuerdo que lo escribí en una bañera calentando mis cuerpo e intentando enfriar mi alma. Algunos lo comprenderán, sobre todo mis hermanos, entre ellos Cronopio, quien puede ponerle el punto seguido a "la nieta", aunque entiendo que el nivel literario difiere, a su favor. La verdad es que después de releer el citado relato, he rebuscado entre mis trastos hasta encontrar este manuscrito en un papel ya amarillento y en tinta de un azul que se conserva extrañamente impoluto. Lo transcribo tal cual, aunque después del tiempo pasado y de la experiencia, que juegan siempre a favor del cultivar humano, me siento tentado a "retocarlo", pero no lo voy a hacer, por lo que representa aquel momento.

Flores al aire, y se disipan, y todo se convierte en un ambar infinito, otoñal, perjudicial, tan fecundo como la muerte. ¿Y qué me arrastra a estas sensaciones? Es evidente, es psicótico, es lo que fue, mas es... lo que pudo haber sido.
¿Qué reacciones debe tener el ser humano en ocaso parecido? Nunca, como añora, se sabrá, nunca se podrá pronunciar lamentación parecida, pues es algo que formaba parte de un todo, y ese todo no puede restituirse hasta el final, y ¿qué final?, ¿dónde el final?, ¿cuando?.

Y llegará, como llegan las golondrinas en una primavera aburrida, como la hormiga logra introducirse en el agujero después de luchar y luchar, ¿y para qué?. Para que otros sigan, y sigan, y sigan. Es la misión encomendada por un no sé quién, que tan delicioso nos lo hace a veces y tan trágicamente se despide.

Y seguirá, no sin muchos instantes absolutos, inertes e imprecisos, que mejor desaparecidos en aquel mismo instante inerte, absoluto e impreciso. Pero también con extravagancias tales que nos repongan el alma, y nos "energice" de tal modo que queramos y podamos continuar en el frondoso camino de la existencia, rodeados de consabores y sinsabores, entregados a todo y a nada.

¿Y qué dirías tú? Si te prometí lo "imprometible", si te supiera continuar, si pudiera anudar esos lazos que desatados rondan el aire, y más tarde el mar, el río, aquella corriente, fuerza imparable, necia como ella, nadie capaz de arremeter y lograr desviar su atención, mas si pudiera, creo que no lo hubiera intentado, pues triste y dramático fue, pero horrible y repugnante pudo haber sido. Descansa en paz.

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