Flores al aire, y se disipan, y todo se convierte en un ambar infinito, otoñal, perjudicial, tan fecundo como la muerte. ¿Y qué me arrastra a estas sensaciones? Es evidente, es psicótico, es lo que fue, mas es... lo que pudo haber sido.
¿Qué reacciones debe tener el ser humano en ocaso parecido? Nunca, como añora, se sabrá, nunca se podrá pronunciar lamentación parecida, pues es algo que formaba parte de un todo, y ese todo no puede restituirse hasta el final, y ¿qué final?, ¿dónde el
final?, ¿cuando?.

Y llegará, como llegan las golondrinas en una primavera aburrida, como la hormiga logra introducirse en el agujero después de luchar y luchar, ¿y para qué?. Para que otros sigan, y sigan, y sigan. Es la misión encomendada por un no sé quién, que tan delicioso nos lo hace a veces y tan trágicamente se despide.
Y seguirá, no sin muchos instantes absolutos, inertes e imprecisos, que mejor desaparecidos en aquel mismo instante inerte, absoluto e impreciso. Pero también con extravagancias tales que nos repongan el alma, y nos "energice" de tal modo que queramos y podamos continuar en el frondoso camino de la existencia, rodeados de consabores y sinsabores, entregados a todo y a nada.
¿Y qué dirías tú? Si te prometí lo "imprometible", si te supiera continuar, si pudiera anudar esos lazos que desatados rondan el aire, y más tarde el mar, el río, aquella corriente, fuerza imparable, necia como ella, nadie capaz de arremeter y lograr desviar su atención, mas si pudiera, creo que no lo hubiera intentado, pues triste y dramático fue, pero horrible y repugnante pudo haber sido. Descansa en paz.
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