sábado, 8 de agosto de 2009

Haciéndome estragos


Emprendo la soberbia costumbre de la expresión, nadando entre tinieblas rosadas y ásperos pensamientos, detonando neuronas y llamando al paje triste. Momentos adecuados sirven de sombra atormentada a la lánguida trascendencia del pasado reciente, y encontrarlos no es evidente; se hace una tarea ardua e imprecisa.
Intentemos pues izar el estandarte de la memoria, agarremos al huracán por la nariz y volvamos a soñar fuerte y cabal. ¿Fácil? Me someto al tormento continuo de la princesa indecisa, del capitán valiente y del caballero valedor de los pobres, del gigante poderoso, del mono saltador y de la cucaracha aletargada, del principio del fin, del fin del principio y del momento continuo, del torrente de mar, del mar torrencial y del horizonte confuso, de la fórmula creada por mi subsconciente
F = (A x E)/R - Mp(M+S)

donde F=futuro, A=Agresividad, E=esperanza, R=riesgo, Mp= memoria presente, M=miedo y S=seguridad.
Definitivamente todo se resume a eso, y dependiendo de la valoración de cada factor al levantarte, tu estado será uno u otro, derivando la visión o aversión que tu almohada deja sellada temporalmente en la corteza cerebral.
Y tomo café, acompañado de ninfas renacientes revoloteando alrededor del enjambre de pensamientos inútiles, del sueño perdido y de las sutilezas desgastadas, y publico pues aplicando la fórmula.

miércoles, 8 de julio de 2009

La segunda mitad de mi vida


Secuencia de palabras, seis, que imborrables marcan mi realidad.
La historia no surrealista que comencé a escribir hace muchos veranos
me verifican lo inequívoco del paso del tiempo. ¿Literatura?, esto es la expresión más llana de mi pensamiento, la necesidad de la expresión escrita, la obligación del recuerdo.
Qué absurda inconsciencia la mía, hasta ahora, y sólo hasta ahora, mi refrán más referenciado fue "no hay mal que por bien no venga", que no era ni más ni menos que mi religión, entendida ésta como el agarre, un sostén o algo a lo que acudir cuando
no hay nada o no hay ni nada. Cuando la vida te golpea fuerte, ¿qué mejor que decir
no hay mal que por bien no venga?, o ¡Dios lo ha querido así!, o ¡No se pudo hacer otra cosa!, o ¡Vaya coonformista que soy!. Quizás esto último sea la verdadera realidad y lo más congruente. Porque no es lo que venga lo que será sino que será lo que venga, y vendrá porque cada cual lo busque. Últimamente he estado leyendo a un gran personaje, un economista de esos que son "gurús", y hablaba de cómo preparar la
segunda mitad de la vida. Y me lo he propuesto, o más bien me lo he exigido, y que yo lo sepa, porque este escrito está dirigido a una persona, a mi mismo.
Ha sonado el teléfono y me palpitaba el cerebro asumiendo que el paso emprendido no tiene retroceso, ¿pudo haber sido la continuación de la fuente de frutos que ya comienzo a enjuagar bajo el grifo de la recompensa a un esfuerzo atroz de meses atrás?. De momento no lo sé porque las malditas llamadas perdidas con números no disponibles, que dicen mucho de la personalidad de los que lo usan, cada vez abundan más.
Así que, acuérdate, mi segunda mitad de tu vida está en marcha,
ahora no me puedes echar atrás, no te puedes defraudar.
Sigue que eso me hará seguir a ti mismo.

martes, 2 de junio de 2009

Vuelvo


Hoy vuelvo del volver, recorro los patios trasteados de insomnio atormentado y dejo al margen esos torrentes de añoranza perdida. Tumbado en mi lecho de sol con mi Luna a mi lado dormitando como una pequeña amapola que respira plácida y serena, que me mira y me escucha sin saberlo yo mismo, pero que yo mismo la escucho y la veo sin entender mi propio lamento de gusto y placer. Rememoro unas palabras de una nueva personalidad conocida que el otro día me envidiaba por estos momentos que vivo ahora con mi Luna a mi lado dormitando plácida y serena, y que yo envidiaba sin querer por gozar de momentos sin mi Luna a mi lado dormitando plácida y serena. Hoy sus palabras me hacen volver adonde ya volví, y creo que seguiré volviendo, pues he encontrado que su finura en la expresión es arte, y ese arte lo tengo sin lograr digerirlo, y, es por eso, que vuelvo. Con mi Luna a mi lado dormitando plácida y serena. A tu sugestión debo estas letras, pero más este amanecer.

martes, 27 de enero de 2009

Miguel de Unamuno (1864-1937)


Un poema de este gran genio, inteligente y sabio.

¡Dormirse en el olvido del recuerdo,
en el recuerdo del olvido,
y que en el claustro maternal me pierdo
y que en él desnazco perdido!

¡Tú, mi bendito porvenir pasado,
mañana eterno en el ayer;
tú, todo lo que fue ya eternizado,
mi madre, mi hija, mi mujer!