jueves, 15 de mayo de 2008

rio adentro

PARECE QUE ENTRE MI HERMANO Y YO VAMOS A SEGUIR LOS PASOS DE JORGE MANRIQUE. EN FIN, LA VERDAD ES QUE EL CALVO (como osaba llamarle) SE LO MERECE.


Cuando te fuiste, dejaste mi voz encallada en la arena. En aquella orilla de tantas tardes de pesca, donde el mar vino a buscarte río adentro. Hoy, por fin, mi voz se desentierra una mano.

Padre, llevabas tiempo de jornadas estériles, sin capturas, sin robalos. Mientras, un niño te miraba, y volvía contigo a casa con las manos vacías.

Padre, el mar se metió río adentro y, de un golpe, dejó tu caña en banda para siempre. Última marea, pleamar perpetua. Mar negra y espesa, con resaca de tumores. Hoy, la mar de coplas a media asta.

Desde entonces soy enfermo de aquel hospital, de aquella habitación, donde un niño te veía derivar sin rumbo sobre esa cama, mientras recordaba aquellas tardes de pesca.

En el naufragio de una madrugada los doctores lo anunciaron, pero ya todo me lo venía anunciando: La luna afilada en el cielo, tus manos varadas en las sábanas...tu cuerpo fue el últino en irse. De ti sólo quedaban ya las sobras cuando se te abrió la boca para dejar de respirar (yo lo vi, yo vi la última apnea), ademán de unas ultimas palabras que nunca dijiste de forma expresa.

El reloj te dio la espalda. Zozobró el milagro.

Padre, el mar vino a buscarte río adentro.

No hay comentarios: