miércoles, 8 de julio de 2009

La segunda mitad de mi vida


Secuencia de palabras, seis, que imborrables marcan mi realidad.
La historia no surrealista que comencé a escribir hace muchos veranos
me verifican lo inequívoco del paso del tiempo. ¿Literatura?, esto es la expresión más llana de mi pensamiento, la necesidad de la expresión escrita, la obligación del recuerdo.
Qué absurda inconsciencia la mía, hasta ahora, y sólo hasta ahora, mi refrán más referenciado fue "no hay mal que por bien no venga", que no era ni más ni menos que mi religión, entendida ésta como el agarre, un sostén o algo a lo que acudir cuando
no hay nada o no hay ni nada. Cuando la vida te golpea fuerte, ¿qué mejor que decir
no hay mal que por bien no venga?, o ¡Dios lo ha querido así!, o ¡No se pudo hacer otra cosa!, o ¡Vaya coonformista que soy!. Quizás esto último sea la verdadera realidad y lo más congruente. Porque no es lo que venga lo que será sino que será lo que venga, y vendrá porque cada cual lo busque. Últimamente he estado leyendo a un gran personaje, un economista de esos que son "gurús", y hablaba de cómo preparar la
segunda mitad de la vida. Y me lo he propuesto, o más bien me lo he exigido, y que yo lo sepa, porque este escrito está dirigido a una persona, a mi mismo.
Ha sonado el teléfono y me palpitaba el cerebro asumiendo que el paso emprendido no tiene retroceso, ¿pudo haber sido la continuación de la fuente de frutos que ya comienzo a enjuagar bajo el grifo de la recompensa a un esfuerzo atroz de meses atrás?. De momento no lo sé porque las malditas llamadas perdidas con números no disponibles, que dicen mucho de la personalidad de los que lo usan, cada vez abundan más.
Así que, acuérdate, mi segunda mitad de tu vida está en marcha,
ahora no me puedes echar atrás, no te puedes defraudar.
Sigue que eso me hará seguir a ti mismo.

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