martes, 22 de abril de 2008

El sabio más sabio de todos los sabios

Hoy voy a contar una historia que me contaron recibiendo un curso de formación y que me impactó el efecto motivador que tiene en quien lo escucha: Resulta que en un pequeño pueblo del cual no recuerdo su nombre, aunque sí tengo la certeza de que era de mar, y esto lo digo por la piel curtida y plagada de pliegues debido a la brisa marina del sabio más sabio de todos los sabios, vivía este personaje. Era una persona formada por la atmósfera y el mundo que lo rodeaba, y por la gran biblioteca que tenía escondida en su humilde cueva donde moraba. A simple vista era un vulgar marinero, pero todos en ese pequeño pueblo y sus alrededores lo idolatraban, era el sabio más sabio de todos los sabios. La gran atracción del pueblo ocurría los domingos, después de la misa de doce; los vecinos se reunían alrededor de la fuente de la plaza mayor, y única, donde se sentaba el sabio sobre la piedra húmeda y verde, salpicada intermitentemente por las gotas que sembraban de ondas el desgastado estanque. Todos formaban un corro a su alrededor y lo bombardeaban a preguntas, a las cuales el sabio más sabio de todos los sabios respondía de una manera espontánea, ¡lo sabía todo!. Era sorprendente, cualquier pregunta que le fuera hecha la contestaba sin dilación.
Pero un día, dos chavales del pueblo, adolescentes de catorce años, idearon la forma de engañar al sabio.
- ¡Eh, tú! Ya sé qué hacer para que el viejo no sepa contestar.
- Eso es imposible, cuéntame.
- Verás, atrapamos un pajarito, vivo, lo encerramos en la mano, y le preguntamos si el pájaro está vivo o está muerto. Si dice que está muerto, abrimos la mano y lo dejamos volar.
- ¿Y si dice que está vivo?.
- Si dice que está vivo, ¡crack!, le aplastamos la cabeza al pájaro con el dedo gordo.
- Buena idea.
El mismo domingo por la tarde atraparon al pobre gorrión, lo metieron en una jaula y esperaron impacientes hasta el ansiado momento en que el cura diría "podéis ir en paz". Y llegó esa hora, y todo el mundo se reunió alrededor del sabio, y la gente del pueblo, y de los alrededores, le hacían preguntas que el sabio más sabio de todos los sabios contestaba inmediatamente. Y en una de éstas, el sabio se fijó en la mano alzada con el dedo mirando hacia el cielo del autor de la idea, y le pasó el turno.
- Dime chico, ¿cual es tu duda?
- A ver sabio, tú que eres el sabio más sabio de todos los sabios, ¿me puedes responder a esta pregunta?.
- Hazla pues.
Y levantando la otra mano gritó: - El pájaro que tengo en la mano ¿está vivo o está muerto?.
Y el sabio se quedó mudo por un momento, y agachó la cabeza. Nadie había visto al sabio más sabio de todos los sabios hacer eso jamás, nunca se había parado a pensar antes de contestar. Y pasó un minuto, y el viejo seguía con la cabeza agachada, y la gente comenzaba a murmurar; y pasaron tres minutos, y los vecinos dolidos profundamente se decían unos a otros - ¡éste no es el sabio más sabio de todos los sabios!, y pasaron cuatro minutos, ...
Y en el minuto que hizo cinco, cuando el gentío comenzaba a disgregarse, el sabio más sabio de todos los sabios levantó la cabeza, levantó la cabeza y miró al chaval, y también observó las caras de incertidumbre de todos los presentes, e hizo ademán de hablar, se paró y habló. La respuesta del sabio fue la siguiente:
- Chico,... la solución... está.... EN TUS MANOS.


Y ésta es la historia que nos quiere hacer comprender, sobre todo si los que habéis leido esta historia sois estudiantes, que la solución a los problemas y a la consecución de metas está en nuestras manos, y que lo que queramos conseguir lo podemos hacer luchando y estudiando con ahinco.

1 comentario:

maria dijo...

intento ser maestra, me gusta mucho l educación, tendre esta historia simpre presente